Historia de Ryukogenso

Hostil y exótica es la naturaleza de la isla Ling Fu y los seres humanos que en ella habitan. De espíritus guerreros y sabios, estos hombres y mujeres han combatido por generaciones con todo aquello que intente irrumpir en el balance. Hoy, pocos ojos son auténticos hijos e hijas de este legado.
Las fuerza  de una ciudad ajena incrementando su poder y desarrollo, amenazando con hegemonizar su imperio, trae huracanes de guerra.
Tras las muertes de los últimos MahoSenshi (guerrero mágico), que aquel gobierno se ha encargado de aniquilar paulatinamente, la tribu se ha vuelto yerma de muchos saberes elementales para sus almas nativas.
MahoSenshi son los que comprenden, conocen, utilizan el conocimiento mágico ancestral de esta tribu, encargados de legarlo a cada generación venidera que contenga el Don y de defender con este talento en los frentes de combate.
Mente fluye, transfigura la composición
Espíritus vinculados, manipula la esencia.
Nos encontramos donde los extremos del circulo, se tocan,
donde se contiene el vacío y se trastorna la materia.
Nuestros ojos solo han visto la sombra de la sustancia elemental de la existencia.
Entrega el alma al fluir y distorsiona el ordenamiento actual de la realidad.

Ren era el nombre de la última MahoSenshi con los pies sobre Ling Fu; Ryukogenso hija de Ren,  fue testigo a los 5 años del asesinato en batalla a la mujer más fuerte y capaz, a sus ojos;  su madre, la última MahoSenshi de la isla, perece.
Kokoro, su enorme padre de siete pies de altura y una musculatura que abarcaba una puerta de ancho, vio a su hija entristecer y opacar su visión; no derramó lagrimas, mas desde entonces se perdía cada día en el bosque por horas y luego los otros aldeanos le contaban a Kokoro que la veían golpear arboles todo el día, entrenando su cuerpo.
En poco tiempo Ryukogenso se volvió una niña fuerte y de corazón denso. Dos años más tarde, contando los 7, manifestó el legado mágico de su madre.
Emprendieron marcha padre e hija a la ciudad de León en busca de uno de los últimos MahoSeshi que aún vivían; él impartía su sabiduría incógnitamente en la ciudad lejos de la guerra para así evitar el término de este legado.
Meses viajaron, meses buscaron. Conocieron tierras nuevas, tierras viejas. Vasta zona desprendida frente al rumbo del padre y la hija; un solo hombre a quién encontrar. Y finalmente cumpliendo los 8 años, pudieron llamar a la puerta del maestro.
El maestro fue consiente inmediatamente de dos sucesos paralelos e incompatibles; el talento y el rencor. Desde aquel día prometió entrenarla si es que ella seguía con confianza y amor sus lecciones, sin cuestionar. Ella preguntó si aquello la llevaría algún día a vengar a su madre, el respondió  -mejor que eso, tendrás el poder de enmendar la situación -.
Lo primero y más elemental, era entrenar su espíritu y centrar su mente, hasta alcanzar el balance perfecto; transformar su acción y pensar, en unos.
Para esto principalmente fue que entrenó la disciplina de la escritura en tinta; el arte de pensar en un concepto, accionar su voluntad y tomar el pincel, para luego impregnar el espacio vacío con todo lo anterior, trasladando lo que contiene su ser interno, osea, la esencia universal, al mundo; pensar, ejecutar y solventar, todo en uno.  Esta meditación sería según el maestro, la salvación para el corazón en desequilibrio, de Ryukogenso; fue más... mucho más.
Si, le otorgó la claridad y el vacío mental necesarios para entrenar su espíritu y pensamientos, se reconcilió con la paz y obtuvo la serenidad necesaria para potenciar su poder físico y mágico; pero más adelante descubriría, que no necesitaba tinta, si quiera pincel.

Bueeeeena! me encanta, aquí tienes 5 puntitos de experiencia pa que me cobres la próxima sesión.